martes, 8 de julio de 2014

La sonrisa maestra

La sonrisa maestra es un concepto acuñado por Kagan al que no se le da demasiada importancia pero que sin duda la tiene. Dicha sonrisa se puede ver en los bebés a partir de 9 meses cuando consiguen culminar una tarea en la que están inmersos ¡¡A los 9 meses!!
Este acontecimiento es el reflejo de la naturaleza del ser humano, ese instinto de aprender como funciona algo y dominarlo es lo que nos ha llevado a evolucionar hasta lo que somos hoy día y lo que nos produce una gran satisfacción, reflejada en esa sonrisa, la sonrisa maestra.

Todas las personas venimos con ese instinto y esas ganas de hacer cosas y hacerlas bien, somos los descendientes de aquellos que evolucionaron a base de aprender. El problema es que la vida actual no siempre nos da la oportunidad de demostrar nuestras habilidades o no hemos tomado conciencia de ellas.
Hay trabajos en los que la persona tiene un rol totalmente pasivo, no aporta nada al trabajo más allá de mirar que una maquina haga bien su trabajo. Ese tipo de trabajos son una tortura para las personas, las horas se eternizan y no hay satisfacción por ningún lado.
En cambio los trabajos en los que las personas tienen un rol más activo son infinitamente más satisfactorios, hacen que la persona se sienta útil, tiene más responsabilidad y cubre ese instinto tan poderoso en nuestra naturaleza. Hay otras muchas variables como dinero, estatus... pero si la persona no se siente útil no habrá satisfacción.

Ésto hemos de tratar de aplicarlo en la educación de los niños para que sientan esa satisfacción y se involucren en la escuela.
¿A cuántos les gusta ir a clase? ¿Cuántos niños se sienten atraídos por las matemáticas o la lengua? Pocos, la mayoría van porque hay que ir y porque además de clase también hay compañeros, juegos... ¿Qué tienen en común esos pocos niños a los que les gustan las matemáticas?
Se sienten competentes, ningún niño que suspende las matemáticas siempre te dirá que le encanta ir a la clase de matemáticas.

¿Cómo hacer que un niño se sienta competente? Reforzándolo intrínsecamente.
Para reforzar a un niño intrínsecamente hemos de tratar de reforzar su competencia: ¡Qué bien lo has hecho! ¡Ésto se te da muy bien! ¡Eres muy bueno en ésto! Este tipo de refuerzo va directo a su competencia, a ese instinto tan poderoso que llevamos dentro.
Ha de ser un refuerzo creíble, no reforzar si lo ha hecho mal porque los niños no son tontos, evitando vincular el resultado con refuerzos extrínsecos, del tipo te compro la Wii si apruebas, porque ahí no estamos reforzando su instinto, lo vinculamos a algo externo, no a la satisfacción interna de sentirse competente, de dominar una tarea.
Por supuesto que hay que regalar cosas a los niños pero no vinculándolas a los resultados escolares, hemos de intentar que les llegue a gustar dominar esas tareas escolares.

No es fácil porque entran muchas variables en juego y mucho más atractivas a los ojos del niño a primera vista como puede ser jugar, TV... Y además hay que estar pendiente del niño, reforzándolo por pequeños detalles para que vaya adquiriendo esa confianza en sí mismo.
Dificil pero es el camino, porque hay unos pocos niños superdotados, otros pocos con capacidades limitadas, pero la grandísima mayoría esta en la media, con recursos muy parecidos en los que esa sensación de dominar las materias les llevará muy lejos. La gran mayoría de niños con resultados escolares pobres no tiene problemas de inteligencia, es simplemente de falta de interés.

En el sistema educativo actual habría que cambiar muchas cosas para conseguir una educación más individualizada, que estimulase a los niños fomentando la creatividad y la curiosidad pero, entre tanto, si conseguimos que los niños descubran lo competentes que pueden llegar a ser habremos dado un gran paso.




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